viernes, 29 de marzo de 2013

28 de Marzo de 2013, nace "La Soleá"



El 28 de marzo figura en el calendario de 2013 en rojo porque es día festivo, para nosotras es un día de fiesta porque hacia las 9 de la mañana nos hemos citado un nutrido grupo de activistas del movimiento 15 M de Sevilla en una cafetería cercana al centro que tenemos en proyecto recuperar.  Hasta la climatología parece haberse aliado con nosotras y en medio de una semana estragada por las lluvias persistentes ha abierto un rayo de sol entre nubes viajeras. Nos saludamos nerviosas, alguna confiesa no haber dormido apenas, entre cafés que aligeren, si esto es posible, el ánimo, que a estas horas y en el inicio de este día está ya en su punto álgido después de largas semanas de reuniones, de deliberaciones y  de trabajos previos,  nos fumamos un cigarrillo o miramos de reojo al lugar donde dentro de pocos minutos empezaremos a trabajar en firme por la recuperación de un espacio que ha sufrido el  deterioro del abandono y el vandalismo.



El edificio es un centro de formación profesional que pertenece a una asociación que actualmente tiene su sede en otra zona de la ciudad. Desde los escasos metros que nos separan de él podemos comprobar cómo la vegetación en desordenado crecimiento ha ido ocultando parte de la fachada, aunque no en su totalidad, pues el edificio, de una sola planta, tiene una altura considerable. En las zonas agrestes que lo rodean y en una cancha de baloncesto podía aún evidenciarse el uso que tuvo hasta hace unos años.


Para entrar no necesitamos emplear la fuerza, hace tiempo que no dispone de puertas, tan solo una cancela mal asegurada la separa de la calle, atravesar esa cancela es entrar en un mundo largamente imaginado por nosotras, las que con paso firme vamos apartando la maleza y los residuos de todo tipo que entre ella se entremezclan: latas oxidadas de refrescos, restos de vidrios, botellas o ventanas rotas, hierros con escaso valor en el mercado, que no han tenido interés para aquellos que han saqueado del interior todo lo que de valor tenía: metales, cableado, puertas de madera, instalaciones que han sido arrancadas de cuajo, a las que se han añadido restos de aparatos electrodomésticos destrozados y detritus variados. Pisar en algún punto donde el suelo no sirva de sustento a basuras y restos destrozados de materiales diversos es arduo. 

Tras la primera e inevitable revista general al edificio, nos vamos dividiendo en pequeños grupos, el encargado de retirar los residuos del suelo es el más numeroso, el más especializado aquel que se encarga de tabicar para colocar una puerta que aleje de la tentación de expolio a los que hasta ahora la han ejercido sin barreras. También hay técnicos inspeccionando la instalación de suministros de agua o luz. Quienes se encargan de la intendencia, bebida y comida, para cuando las fuerzas tengan que ser repuestas; quienes hacen otras labores necesarias: la información a los vecinos de la zona, a otras asociaciones, a la propiedad del edificio. De entre los apresurados a informar destacan aquellos que antes que nada, como impulsados por un resorte inevitable, ya han colocado un cartel con el nuevo nombre del lugar “Centro Social La Soleá” que así reza en una cartulina amenizada de colores en lo que podríamos llamar “hall” del edificio. Y aquellos que en el jardín, y colgados de la verja han colocado diversas pancartas que resumirían bien el último año de manifestaciones reivindicativas, entre las que destaca la que nos alude directamente, Movimiento 15 M, sin lugar a dudas.



El entusiasmo nos alienta, el trabajo compartido nos hermana y en cuestión de pocas horas, hacia el mediodía, ya contamos con el suelo totalmente despejado de restos inservibles, el tabicado prospera en altura mientras una oronda paella crepita en la improvisada lumbre,  son muchas las que ya demandan repostar energías y acuden al reclamo de un arroz ya reposado entremezclado de verduras y que nos sabe a manjar de dioses, es el momento de servir el arroz a cuadrillas hambrientas que se reparten por la sala central en improvisados asientos, escalones o directamente en el suelo. Comemos con fruición revestidos de pies a cabeza por una película de polvo blanquecino entremezclado de sudor, sonrisas y complicidad. Después una foto de todas, cuyo pie datará el 28 de marzo, este 28 de marzo tan rojo en el calendario y tan candente entre nuestro recuerdo, primer día de La Soleá, un parto compartido, un alumbramiento colectivo, y nos anunciamos la buena nueva: ha sido un centro social, enhorabuena, compañeras y compañeros, y de nombre La Soleá.

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